La nueva ley de VIH sancionada en Argentina, cuyo articulado recoge la bandera de la integralidad y la multisectorialidad como ejes en la lucha por contener la epidemia, representa un avance en comparación con la vieja ley de SIDA de corte biologicista y sanitarista, ya que plantea un abordaje social del VIH desde una perspectiva de género y derechos humanos y con foco en los determinantes sociales de la salud y la eliminación del estigma. Sin embargo, su reglamentación establece un régimen especial de confidencialidad para personas con VIH según el cual los profesionales de la salud pueden revelar el estatus seropositivo del paciente cuando a su criterio ello permita evitar un mal mayor. A partir de una aproximación desde el pensamiento de Michel Foucault, este proyecto sugiere advertir en la nueva ley de VIH la presencia de un dispositivo de género y sexualidad que hace de la confidencialidad un “legalismo abstracto”, toda vez que obstaculiza la proyección de las normas formales sancionadas y promulgadas en cumplimiento de la Constitución Nacional argentina, dando origen a impedimentos y limitaciones para que las intuiciones inclusivas sean, precisamente, efectivas y vigentes.